
Es extraño: que los cristianos –con nuestra fe cristiana- parece que somos los que menos estamos convencidos del poder del pensamiento, los que menos creemos que la “teoría” puede llevar a la sazón efectos muy prácticos. Por eso preferimos reflexionar muchas veces sobre política eclesiástica, cuestión social, métodos de propaganda y cosas por el estilo. Por eso no suele apreciarse mucho, con frecuencia, la teología viva. A muchas personas en la Iglesia causa la impresión de que no hace más que enturbiar superfluamente conocimientos que ya estaban claros desde hacía mucho tiempo, crear inquietudes y distraer de lo más importante. Tales gentes no advierten que una teología viva, que plantee hoy nuevos problemas y que busque, trabaja para que la predicación de mañana llegue al espíritu y al corazón de los hombres. Tal trabajo de la teología puede parecer a veces complicado e infructuoso. Sin embargo, es también necesario. Incluso aunque el corazón y la gracia siguen siendo lo único insustituible.
K. Rahner, Escritos de Teología IV, (1962)
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